miércoles, 9 de noviembre de 2011

LOS DERECHOS HUMANOS

EL DERECHO A LA LIBERTAD RELIGIOSA

El derecho a la libertad religiosa ha sido y es uno de los temas más evocados por casi todas las regulaciones y declaraciones que se han realizado en el mundo.

No se trata de un derecho humano que —por su contenido— las sociedades tratan de privilegiar respecto a los otros derechos humanos. En realidad se lo debe defender como el test que mejor detecta la medida con que cada sociedad respeta al hombre en su dignidad más profunda:



SUS CREENCIAS RELIGIOSAS.

Ahora bien, si alguien nos preguntara: «¿Cuál es la naturaleza del derecho a la libertad religiosa?»; o bien, «¿En qué consiste el derecho a la libertad religiosa?», ¿qué responderíamos?.

A mi modo de ver, deberíamos responder diciendo que «la libertad religiosa consiste en que todos los hombres estén inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana; y ello, de tal manera, que en materia religiosa ni se obligue a nadie ni se le impida a ninguno que actúe conforme a ella, en privado o en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos».



Ya la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948, en París, había aprobado la «Declaración Universal de Derechos Humanos»; en cuyo Preámbulo, refería «que el desconocimiento y menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que constituye la aspiración más elevada del hombre el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de libertad de creencia».

Más adelante, en el número 13, agrega que —entre otros derechos humanos mencionados allí— «Toda persona tiene derecho (…) a la libertad de pensamiento, de conciencia y religión».

Insisto, el privilegio unido a la regulación seria y respetuosa de este derecho sobre los demás derechos humanos nos dará siempre una pauta de la madurez de aquellas sociedades que —por ser tales— están dispuestas a respetar al ser humano en su dignidad más profunda: SUS CREENCIAS RELIGIOSAS.








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